Nuestro Fundador
Atento a las necesidades de los hombres y el primero en responder.
Hay una característica que resalta en la vida del Padre Reginaldo Toro es su capacidad de estar en sintonía con los hombres de su tiempo, y la facilidad con que percibía sus necesidades e inquietudes.
Como Jesús, que no quiso que la multitud se fuera sin comer, porque estuvo atento a su hambre; y que se conmovió cuando vio a una madre viuda que enterraba a su hijo único. Jesús, que respondió al pedido del centurión cuyo servidor agonizaba; Jesús, que comprendió la verdadera sed de la mujer samaritana.
Así el Padre Reginaldo, sabía también detectar necesidades, y lo más importante, no se detenía ni esperaba que alguien las resolviera, él mismo tomaba la iniciativa y ponía manos a la obra.
Para él, una prioridad absoluta fue el amor a sus hermanos , era un amor verdaderamente urgente y dinámico, que se expresaba en acción.
A fines del siglo XIX, Reginaldo, ingresa a la Orden de Predicadores. Trabajó junto a Fray Olegario Correa en la restauración de la observancia entre los frailes.
La observancia era, en ese momento, una necesidad imperiosa de la Orden y de la Iglesia, que requería de hombres valientes y coherentes, dispuestos a afrontar las contradicciones y a abrir caminos para que otros se santificaran.
La situación del país en aquel momento lo llamó a fundar una congregación religiosa femenina, en 1886. quiso que las hermanas atendieran enfermos y se dedicaran a la educación.
La agitación social, la diferencia de clases, y la presencia de numerosos inmigrantes viviendo en malas condiciones de vida, hacían que el estado sanitario de la población sea un problema de difícil solución el que además estaba desatendido por las autoridades civiles.
En ese tiempo, se difundían las ideas liberales y se prohibía enseñar la religión en las escuelas públicas. Esto requería un empeño como nunca antes para asegurar la formación cristiana de niños y jóvenes.
El Padre Reginaldo no se sentó a mirar la situación, ni se limitó a quejarse, puso manos a la obra e hizo su aporte.
Reginaldo fue un hombre que no temía que se lo cuestionara, si la causa era justa, y así lograba lo que se proponía.
Como Jesús, que no quiso que la multitud se fuera sin comer, porque estuvo atento a su hambre; y que se conmovió cuando vio a una madre viuda que enterraba a su hijo único. Jesús, que respondió al pedido del centurión cuyo servidor agonizaba; Jesús, que comprendió la verdadera sed de la mujer samaritana.
Así el Padre Reginaldo, sabía también detectar necesidades, y lo más importante, no se detenía ni esperaba que alguien las resolviera, él mismo tomaba la iniciativa y ponía manos a la obra.
Para él, una prioridad absoluta fue el amor a sus hermanos , era un amor verdaderamente urgente y dinámico, que se expresaba en acción.
A fines del siglo XIX, Reginaldo, ingresa a la Orden de Predicadores. Trabajó junto a Fray Olegario Correa en la restauración de la observancia entre los frailes.
La observancia era, en ese momento, una necesidad imperiosa de la Orden y de la Iglesia, que requería de hombres valientes y coherentes, dispuestos a afrontar las contradicciones y a abrir caminos para que otros se santificaran.
La situación del país en aquel momento lo llamó a fundar una congregación religiosa femenina, en 1886. quiso que las hermanas atendieran enfermos y se dedicaran a la educación.
La agitación social, la diferencia de clases, y la presencia de numerosos inmigrantes viviendo en malas condiciones de vida, hacían que el estado sanitario de la población sea un problema de difícil solución el que además estaba desatendido por las autoridades civiles.
En ese tiempo, se difundían las ideas liberales y se prohibía enseñar la religión en las escuelas públicas. Esto requería un empeño como nunca antes para asegurar la formación cristiana de niños y jóvenes.
El Padre Reginaldo no se sentó a mirar la situación, ni se limitó a quejarse, puso manos a la obra e hizo su aporte.
Reginaldo fue un hombre que no temía que se lo cuestionara, si la causa era justa, y así lograba lo que se proponía.
Equipo Patrimonio de la Congregación Hnas. Dominicas De San José
Esquina de Mariano Moreno y 27 de abril.
Córdoba - Capital